Cádiz, 15 jul (EFE).- El Ayuntamiento de Puerto Real ha presentado
alegaciones en el juzgado de lo mercantil número uno de Cádiz para
evitar que los administradores concursales ejecuten el derribo de las
instalaciones de la antigua factoría de Delphi.
La institución
municipal asegura que "para tan drástica e irreversible decisión, la
administración concursal solo plantea que el mantenimiento desde el año
2011 al año 2014 ha supuesto el coste de 2.324.380,08 euros, sin tener
en cuenta ninguna solución alternativa, y lo que es peor, sin que se
realice un análisis de cual puede ser la incidencia en la liquidación de
tal postura".
El consistorio afirma a través de un comunicado
que lo que pretenden los administradores concursales es "la destrucción
de bienes del activo" que ha de servir para hacer frente a los créditos
concursales por un valor de unos 8.150.450 euros, el 55% del valor del
inmueble.
En esa línea el Ayuntamiento de Puerto Real considera
que la petición de derribo es "claramente insuficiente" y no ahonda en
si la medida supondrá una mejora de la situación de la liquidación o si
"simplemente será trasladar el problema a un futuro cercano con el
perjuicio de que el activo inmobiliario habrá visto mermado su valor en
más de un 50% y la posibilidad de realización del mismo será remota por
necesitar de una mayor inversión para su puesta en marcha".
El
ente municipal entiende que "la medida supondrá pérdida de masa activa"
con la que hacer frente a los créditos y ante las ofertas ya recibidas,
"merma la posibilidad de conseguir la realización de los bienes", ya que
hasta ahora todas las ofertas lo han sido respecto al suelo y
edificaciones.
Los servicios jurídicos del Ayuntamiento también
aseguran que de llevarse a efecto la solicitud de derribo "los
interesados deberán hacer un mayor desembolso" para acometer cualquier
actividad, hecho que además dilataría el inicio de cualquier actividad
que hiciera interesante a un posible comprador dicho suelo industrial.
En
esta misma línea se han expresado anteriormente sindicatos como la UGT
quienes acusaban a los administradores concursales de primar "lo
económico" por encima del interés "laboral y social" y reclamaban a las
administraciones públicas una salida para los más de 450 exempleados
que, siete años después del cierre de la factoría de automoción, aún
quedan sin recolocar.