(Para los que
me piden que explique por qué )
"LO QUE
MAL EMPIEZA, MAL ACABA"
Cuando
salíamos de la reunión, los dos altos directivos de BWI me miraron, entre
sorprendidos y defraudados, con unos ojos más que significativos, que me
preguntaban: ¿no nos habías dicho tú que en la Junta
estaban interesados en este proyecto?
Eso sucedía el
1 de Junio de 2012, pero todo empezó unos cuantos meses antes.
A finales del
año 2011, Antonio Montoro (sí, él fue quien inició todo) venía insistiéndome en
que había establecido contactos con dos multinacionales que podrían estar
interesadas en instalarse en lo que fue Delphi. Admito que, desde ese momento,
intenté disuadirlo de hacer esfuerzos tan baldíos. Pero él no me hizo caso. Un
día me dijo que uno de los grupos había manifestado que su posible interés
había decaído, lo que no solo no me sorprendió, sino que aproveché para
insistirle en que no se hiciera ningunas ilusiones con el otro.
Pero un par de
semanas más tarde, apareció eufórico en mi despacho, diciéndome que una
persona, que actuaba en nombre de BWI, quería hablar con nosotros y con alguna
autoridad de la Junta. Se trataba de José Rodríguez López, para el que
preparamos una reunión con la Delegada, Angelines Ortiz (quien iba a
aportar durante toda la negociación todo su empeño, superando,
muchas veces, las incomprensiones y falta de apoyo de algún otro).
En la
reunión, que se celebró a finales de Enero de 2012, Angelines y el
Secretario de la Delegación, informaron de las posibilidades de
subvenciones y de ayudas. José Rodríguez, por su lado, trasladó el
interés de BWI en conocer todas esas circunstancias para comenzar a valorar las
posibilidades de implantación en las naves de Puerto Real. Quedamos todos en
esperar a que BWI nos indicara si mostraba, o no, interés por la operación.
Pero pasaron
algunos meses y no recibimos noticias, lo que nos hizo pensar que el asunto no
tendría más recorrido. Mucho después supimos que el frenazo se debió solo a
que, lógicamente, decidieron esperar al resultado de las elecciones
de Andalucía, para negociar con quienes, tras ellas, estuvieran en el
Gobierno. Y recordemos que las previsiones y encuestas no hacían prever
continuidad.
Al poco de
constituirse el nuevo Gobierno de la Junta de Andalucía, recibimos la contestación
de BWI, en el sentido de querer continuar con las conversaciones iniciadas.
Le planteé
a Antonio que, a partir de ese momento, debía haber una reserva absoluta para
que las negociaciones fueran adelante. Él lo entendió y convinimos en que, para
no "traicionar" a los otros representantes sindicales, dado que no
podíamos ampliar el conocimiento de los hechos a más personas, él abandonaba
las negociaciones y sería yo, en solitario, quien mantuviera el impulso y
la representación del "programa de recolocación", en las
negociaciones.
Trasladé a la
oficina del señor Viceconsejero la voluntad de BWI de mantener una reunión
a alto nivel de la Junta, con dos altos directivos de la multinacional, que se
desplazarían a este fin a Sevilla, cuando nos dieran la cita.
El Coordinador
de la Viceconsejería, Ángel Martínez ("¡Dios, qué buen vasallo, si hubiese
un buen Señor!") y su equipo comenzaron a preparar información sobre el
Grupo BWI, en la que colaboré, como era lógico, y además para disipar
las dudas de que pudiera tratarse de "empresas fantasmas", en
búsqueda infame de subvenciones, en unos momentos aquellos de hipersensibilidad
por algunos hechos recientemente acaecidos. Entendí perfectamente
el retraso en la fijación de la cita, hasta no tener seguridad en la
viabilidad y solvencia de la empresa interlocutora. Pero, una vez confirmadas,
me resultaron más incomprensibles la dejadez y las dilaciones
posteriores en el curso de las negociaciones.
Finalmente, se
fijó el día 1 de Junio, a las 9:30 de la mañana, la reunión a la que debíamos
asistir el señor Viceconsejero, el Director General de la Agencia
Idea, la Delegada Provincial y yo mismo. Por parte de BWI
estarían el "Global Director of Sales and Engineering" y el
"Global Chief Product Engineering Suspensions", responsables ambos de
la política de expansión industrial del grupo BWI.
Pensé que sería
útil verme con los directivos de BWI antes de la reunión y les invité
a una cena en Sevilla la noche anterior, para conocer mejor, en un
entorno más reducido y de mayor confianza, su posición, sus
expectativas y estrategias, y para pedirles que tuvieran comprensión y
paciencia, conociendo como yo creía que conocía (¡qué gran error el
mío!) determinadas maneras de la otra parte.
Creí también
que sería bueno que, al día siguiente, antes de la reunión, pudiera informar a
los representantes de la Junta del resultado de mis conversaciones durante la
cena. El papel de "agente doble" podría haber sido eficaz. Ante la
imposibilidad, como siempre, de hablar personalmente con el señor
Viceconsejero, se lo indiqué a su Coordinador y quedamos en que yo estaría a
las nueve de la mañana, media hora antes de la reunión, para informarles y
afrontarla con un mejor conocimiento de la situación.
En mitad de la
cena me llamó Ángel Martínez para indicarme que la reunión tenía que
adelantarse media hora por un problema del señor Viceconsejero y me pedía que
se lo dijera a los directivos de BWI, los que no pusieron ningún problema al
adelanto horario. Yo mantuve con el Coordinador nuestra cita previa a la
reunión, pero, ahora, a las ocho y media.
La cena fue muy
interesante y esclarecedora; y me permitió conocer mejor, no solo la enorme
estructura de BWI en el mundo, sino, sobre todo, sus motivos de una nueva
instalación industrial, teniendo en cuenta la saturación de producción que
había alcanzado su fábrica de Polonia y la urgencia de sus necesidades para
abastecer el mercado europeo.
Al día
siguiente, yo estaba en la Consejería a las 8:30, pero el señor Viceconsejero
no apareció hasta después de las nueve. Antes, a las 8:50, ya estaban allí los
directivos de BWI. Los atendí yo en una sala a la que, tiempo después, se
incorporaron el Director de Inversiones de IDEA (en lugar del Director General,
como estaba previsto) y la Delegada Provincial; y esperamos todos a la
incorporación del Viceconsejero. Pasadas las nueve y media (la hora prevista
inicialmente para la reunión, antes de ser adelantada media hora por el señor
Viceconsejero) intentamos saber qué ocurría y si la reunión se iba a celebrar o
no. Nos aseguraron que se celebraría, pero que aún se retrasaría. Eran casi las
diez de la mañana cuando apareció el señor Viceconsejero, pidiendo disculpas
por su retraso y anunciando que ¡solo podría estar cinco minutos!.
Efectivamente, había transcurrido poco más de esos cinco minutos, cuando el
Director de Ingeniería y Ventas estaba exponiendo las magnitudes más
significativas de BWI, el señor Viceconsejero abandonó la reunión, no sin
disculparse nuevamente.
Angelines Ortiz
y Paco Alvaro les explicaron, en términos generales, las posibles medidas de
apoyo y ellos se comprometieron a enviar en breve (como así hicieron) el Plan
Industrial de inversiones a realizar.
No sé si ese
mal comienzo fue lo que lastró todo el proceso de "negociación"
posterior. O fue sencillamente que ya en aquella reunión, alguien nunca tuvo
intención de ir adelante con el Proyecto. El hecho es que, desde entonces, todo
fue una sucesión de evasivas, desencuentros y dejadez total, por quien
parecería lógico que debería tener interés en atraer inversiones a la Bahía de
Cádiz. La inmensa cantidad de emails (aunque no es ético darlos a conocer)
generados durante todo el proceso, deja clara cuál fue la postura de cada uno.
Cuando yo dejé
de tirar del carro y de ejercer de permanente "pepito grillo", no lo
hice por agotamiento, ni porque no creyera en el Proyecto. Mi experiencia de
haber creado, a lo largo de mi vida profesional, ocho empresas, con más de mil
puestos de trabajo, me confirmaban cada día en su viabilidad. Solo tiré la
toalla cuando pensé que yo era un obstáculo para que fuera adelante. También en
esto me equivoqué. Sin mí, tampoco lo hizo.
El fracaso lo
fue, a pesar de la enorme generosidad de los cuatro sindicatos, en todo
momento, desde que pudieron intervenir, dispuestos a aceptar casi lo
inaceptable; del esfuerzo permanente de Angelines Ortiz y del interés constante
de Ángel Martínez.
Mi última
esperanza fue que Izquierda Unida sacara el tema adelante. Y, a pesar de los
buenos deseos de Manuel Cárdenas (que ya hace mucho tiempo fue el primero que
me habló de aplicar el fondo económico de Las Aletas a este proyecto) y de
Ignacio García, algo o alguien les echó para atrás.
Al acabar
aquella primera reunión (a la que me refería al principio), como yo estaba tan
perplejo como los dos directivos de BWI, no sabía qué contestarles. Para evitar
que, visto lo visto, dudaran del interés de la otra parte, se dieran media
vuelta y desaparecieran, me vi en la necesidad de confirmarles que sí; que la
Junta estaba muy interesada en su Proyecto.
Desde entonces, seguramente
cometí muchos errores. El principal, creer que, tras varios años sin que
prácticamente hubiera en el mercado laboral de Cádiz, ofertas de trabajo,
este proyecto podría haber creado 400 puestos, además de la dinamización
industrial de la Bahía, con la consiguiente aparición de trabajo en las
empresas auxiliares y la creación de riqueza, tan necesaria en Cádiz.
También pensé que no se regatearían
esfuerzos para conseguirlo. Como hicieron los sindicatos (con mucha más
generosidad y responsabilidad de la que cabía esperar) y el propio colectivo de
trabajadores, manteniendo la paz social (a pesar de la desesperación de la
proximidad del fin del Programa), mientras se sustanciaban las negociaciones.
Pero no fui capaz de ver
que hubiera voluntad política para llevarlo adelante. Si la hubo, no la
vi. Las dificultades (propias de toda negociación) eran perfectamente
salvables, incluso las retributivas. Pero, para eso, hace falta tener
voluntad política.
El colectivo de Delphi (que
confío en que disculpe que yo tuviera más voluntad que éxito en esta
negociación) nunca podrá reprochar a la Junta que, desde hace cinco años, no
haya puesto dinero (las sumas han sido hasta indecentes). Pero, esta era la
mejor ocasión de hacer un buen uso del mismo, porque no se trataba de gastar
dinero, sino de invertirlo.
A pesar de los malos
comienzos, se trataba de conseguir el futuro. Y no pudo ser.
Gerardo Urchaga Rodríguez
Director del programa de recolocación de Delphi (DTS)